El retraso de la "inminente" regulación de la eólica marina mantiene en vilo al sector y ya provoca la salida de inversores

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La esperada regulación de la eólica marina en España sigue en el aire. A pesar de las expectativas de que el Gobierno aprobara el decreto este mes, no será discutido en el Consejo de Ministros de este martes, lo que pone en duda la viabilidad de realizar subastas en 2025. Las empresas del sector energético siguen esperando detalles clave para poder planificar sus estrategias, mientras que avanzan sus inversiones en otros países y la reconversión industrial sigue su curso.

El año 2024 estaba llamado a ser clave para el despegue de la eólica marina en España, una tecnología que ya avanza en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Dinamarca. Sin embargo, la falta de una normativa clara ha generado incertidumbre, lo que ha llevado a multinacionales a abandonar sus planes en el país. El sector, que también prevé aprovechar la reconversión de los astilleros de Navantia en A Coruña y Cádiz, sigue en vilo a la espera de que el decreto que siente las bases para la instalación de aerogeneradores flotantes en aguas españolas sea finalmente aprobado.

El Ministerio de Transición Ecológica dio un primer paso en febrero del año pasado al aprobar los planes de ordenación del espacio marítimo (POEM), que reservan 5.000 kilómetros cuadrados para la instalación de parques eólicos flotantes en las costas de Galicia, Canarias, Andalucía, Baleares y Cataluña. El objetivo es generar hasta 3.000 megavatios/hora de electricidad para 2030. No obstante, la normativa detallada que regule las subastas y la ubicación de los proyectos sigue sin ver la luz, lo que dificulta la planificación del sector.

La falta de una regulación clara está afectando directamente a las inversiones. La empresa noruega Equinor, que había formado una alianza con Naturgy para desarrollar proyectos de eólica marina en Canarias, anunció su salida de España el mes pasado debido a la incertidumbre regulatoria. Este no es un caso aislado: en febrero, la danesa Orsted rompió su alianza con Repsol para centrarse en otros mercados más estables, como Estados Unidos. Aunque Repsol encontró rápidamente otro socio en EDP Renewables, la situación es sintomática de la dificultad que enfrentan las empresas para invertir en un sector aún no regulado en España.

Mientras tanto, Iberdrola sigue avanzando en mercados internacionales. La compañía ya opera o desarrolla parques eólicos marinos en países como Estados Unidos, Brasil, Australia, Francia y el Reino Unido, donde la semana pasada se adjudicó dos nuevos contratos para abastecer de energía eólica marina a más de un millón de hogares.

El retraso en la aprobación de la regulación también tiene un impacto directo en la industria, en particular en los astilleros gallegos y gaditanos, que se preparan para atender la demanda de otros países ante la falta de oportunidades inmediatas en España. La eólica marina podría representar un "boom" industrial en España, con miles de empleos y una cadena de valor que beneficiaría a la economía local, pero la falta de un marco legal está frenando su desarrollo.

El sector sigue presionando para que el Gobierno apruebe el decreto este mes de septiembre, aunque el tiempo corre en contra. Sin una decisión inminente, las subastas previstas para 2025 podrían retrasarse, y con ellas, el despliegue de la eólica marina en España.