El vehículo eléctrico es una oportunidad para la industria europea. Su implantación conlleva el desarrollo de nuevas tecnologías, actividad innovadora, generación de alto valor añadido, creación de empleo de calidad, posibilidades de potenciar las exportaciones, mejora de la eficiencia y del ahorro de energía, control de las emisiones de CO2 y reducción de la dependencia del petróleo y sus derivados.